Así, una persona puede estar enferma y no tener síntomas, con lo que agrava la pérdida de salud.
Por ejemplo:
La arterioesclerosis, una enfermedad que conlleva el endurecimien to de las arterias, así como su engrosamiento, con la consiguiente pér. dida de elasticidad en las mismas. No solo compromete la propia es tructura de las arterias sino también la importante función circulatoria de la sangre, y por lo tanto, la nutrición y actividad funcional de los diferentes tejidos orgánicos, y otras enfermedades silenciosas o degenerativa-crónícas más como ciertos tipos de cáncer, las enfermedades cardiovasculares, la osteoporosis, la cirrosis hepática, la enfermedad divertícular, la anorexia y la bulimia.
Cuantas sorpresas se han llevado los profesionales de la salud con estas personas que «aparentemente» se encuentran bien, pero que luego de un análisis exhaustivo se les detecta alguna anormalidad.
Otras expresiones como: «No puede ser» o «Yo creo que Usted está equivocado doctor», también son frecuentes después de dar la noticia de que algo malo está sucediendo. ¿Por qué ocurre esto?
Vivimos en una sociedad cada vez más competitiva, en la que la tecnología y la superación del más fuerte se imponen con todo rigor. Esto nos ha conducido a adoptar hábitos, conductas o un ritmo de vída que era impensable a principios del siglo XX. La alimentación se hace más sintética, hay menos horas para el descanso, más contaminación, etc.
Las consecuencias son evidentes: aumentan las enfermedades silenciosas (también llamadas crónicas).
Este grupo de enfermedades o enemigos silenciosos ocupan los primeros lugares de morbi-mortalidad general en todos los países y en casi todos los grupos etáreos, sobre todo a partir del adulto joven. (Recordemos que grupo etáreo significa distribución de grupos de población por edades).
Su repercusión va más allá del paciente ya que involucra a la familia y a la sociedad y representan en algunos países, grandes inversiones por parte del estado, a fin de enfrentar los problemas que generan las enfer-edades silenciosas o degenerativas crónicas.
El objetivo de este libro es, entonces, entregar una información confiable sobre el tema y de paso saber si uno está realmente sano. Es también el sexto tomo de la colección de la Biblioteca del Instituto de Medicina Bioenergética Vida Sana, en la actualidad Organización Vida Sana.
Así, hay varias formas de abordar estos problemas de salud. Por ejemplo, existen ciertos exámenes y técnicas de diagnóstico, que las personas deberían hacerse, para verificar si no están encubriendo alguna enfermedad.
En el análisis de sangre ordinario deberían pedirse también que se evalúen las transaminasas. «Son importantes para buscar o detectar una hepatitis crónica asintomática», refieren varios médicos especializados.
En el mismo análisis se puede medir la curva de tolerancia a la gluco-sa, que permitirá al médico observar si está ante un futuro diabético.
En un chequeo de este tipo deberían practicar una radiografía de tórax, de frente y de perfil. Porque si hay una lesión pequeña en pulmo-nes, puede pasar inadvertida», explican otros distinguidos medicos.
Asimismo, señalan que, además del examen rutinario de orina y san-gre, todas las muieres de mediana edad deberían hacerse una mamografía, para encontrar las lesiones que no se palpan con el auto-examen de senos.
En el hombre de mediana edad, su estudio correlativo sería buscar indicios de un posible cáncer prostático. Generalmente, esto se realiza con un tacto rectal, aunque una ecografía transrectal y un estudio de antígenos, complementarían mejor el diagnóstico. Se recomienda al menos dos de estos tres estudios, para disminuir el margen de error en la diagnosis.
Además, otro examen útil es verificar la proteína C reactiva. Este estudio puede ser predictivo de un pre-infarto. «No es habitual aún en chequeos comunes, pero debiera practicarse», afirma otro experto en enfermedades cardiovasculares. Realmente, quién padece una enfermedad silenciosa, es un paciente de alto riesgo.
Dentro de los mandatos de los médicos del Instituto de Medicina Bioenergética Vida Sana está el buscar los factores que pueden servir de alerta ante un paciente de alto riesgo. Se trata de indicadores tales como la obesidad, la hipertensión, la dislipemia, entre otros, componentes del estado conocido como síndrome metabólico.
Además, hay una función casi moral del médico, que debe cumplir ante cualquier paciente: Interrogarlo profundamente. La medicina no es sólo curar. También implica la prevención de enfermedades y la promoción de la salud. Estos son los criterios que inspira ron este libro. Su lectura, desde luego, no reemplaza la consulta médica, pero sí ayudará a conocer a los «enemigos silenciosos» y como enfrentarlos.
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